viernes, 15 de marzo de 2013

Carta abierta al presidente del Córdoba Club de Fútbol, Señor Carlos González

Señor Carlos González:

Usted y yo llegamos al Córdoba desde lejos. Ninguno de los dos es cordobés. Ninguno de los dos vive en Córdoba. Usted tiene la suerte de ir cada vez que tiene ganas y pasar allá los días que quiera. Para mí eso es muy difícil porque Montevideo está bastante más lejos que Madrid. Sí, soy uruguaya y vivo en Montevideo. Y soy cordobesista. Tal vez esa característica de extranjeros que ambos tenemos es la que me ha animado a escribirle.
Mire, señor, yo conocí al Córdoba en el año 2007 cuando recién había ascendido de segunda B y enseguida entendí que ser cordobesista no es fácil: se sufre, se llora, se mastica impotencia. Ser cordobesista es ser valiente, es llevar la camiseta con orgullo, lucir la bufanda y recorrer la ribera soñando con gritar un gol.  Yo soy cordobesista. Siento en mi corazón esos colores y me hermano con los hinchas cuando perdemos y me alegro con ellos cuando ganamos.
Soy cordobesista porque he conocido personalmente a muchos de los que cada fin de semana ocupan su lugar en el estadio y se dejan la garganta cantando el himno, alentando, aplaudiendo, animando. ¿Usted los conoce? ¿Los ha visto de cerca? ¿Ha hablado con ellos? Hay algunos que llevan toda la vida abonados al club. Otros nunca se han abonado pero cada fin de semana van al estadio. Otros se han hecho del Córdoba ya de mayores, por ser el club de su ciudad, o el de su mujer o el de su novio. Las razones son variadas pero todos son cordobesistas. Todos ven la vida en blanco y verde.
Ellos son el Córdoba Club de Fútbol. Y ellos son los que merecen todo el respeto de quien es, por obra y gracia de las leyes del mercado, el administrador del club. Ellos son el club. Usted solamente tiene el dinero, el alma es de ellos. Y los verdaderos dueños del club merecen respeto de quien, circunstancialmente, lo está administrando. Ninguno de ellos merece ser destratado por quienes no los representan. A usted nadie lo eligió, nadie lo conocía y, con certeza, usted no conocía a este humilde club de segunda división. Respete a los que han llorado por estos colores, a quienes han recorrido las canchas de tercera división, a quienes recuerdan alineaciones de hace cuarenta años, a quienes dejan tiempo y saber para formar a las divisiones infantiles, a quienes inculcan cordobesismo desde su lugar de trabajo, su familia, su entorno. Respete a quien compra la camiseta para su nieto o para su hija. Ninguno de ellos merece el destrato que usted y su equipo de extranjeros les dan. No acepte insultos, nadie debe aceptarlos y haga las denuncias pertinentes,  pero lleve con dignidad su cargo y no haga de cada enfrentamiento un tema personal.  No se olvide que ellos son el Córdoba Club de Fútbol. Los hinchas, los que tienen el corazón blanquiverde. Usted no. Ni su equipo, esa gente de confianza que ha traído y que ha sustituido a cordobesistas de toda la vida. Eso es una afrenta, señor Carlos González, usted los está ofendiendo. ¿Cómo van a respetarlo si usted echa a la calle al Sr. Luna y pone en su lugar al Sr. Duro? Juan Luna es parte de la historia del club, Alfredo Duro es un recién llegado. Como usted y como yo. Pero además, el señor Duro no sabe guardar las formas, no es la dignidad en el hacer ni en el hablar lo que lo caracteriza. Y utiliza ese lugar de privilegio que usted le dio para enfrentar y desafiar a hinchas y socios de toda la vida, a los dueños del club. Respételos, señor Carlos González, y ellos lo respetarán a usted y a su equipo. Yo los respeté y ellos me aceptaron y me hicieron parte del Córdoba Club de Fútbol. Respételos y formará parte de la historia grande de este club maravilloso que tiene el privilegio de administrar.
Atentamente
Cristina Dell´Onte
 

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